Youth Lagoon / Rarely Do I Dream – jenesaispop.com

El quinto disco de Trevor Powers bajo su alias Youth Lagoon se adentra de lleno en el territorio de los recuerdos, en esas experiencias vividas que el paso del tiempo ha transformado en imágenes y sensaciones imposibles de trasladar a verdades absolutas. La memoria nunca es completamente fiable, sino un vehículo que utilizamos para construir nuestra historia, recogiendo las partes que creemos que nos van a resultar más valiosas y amoldándolas para enfrentarnos al mundo.

En 2023, el artista de Idaho encontró en casa de sus padres una serie de grabaciones caseras de cuando él y sus hermanos eran pequeños. Este hallazgo sirvió como inspiración para ‘Rarely Do I Dream’, un trabajo que no pretende avasallar con nostalgia, sino construir un paisaje onírico, lleno de enigmas y mitos, en el que Powers nos acerca a su mundo interior, mostrándonos la persona que fue y la persona que es.

A lo largo del proyecto, escuchamos parte del contenido de esas cintas, que no solamente sirven de introducción o cierre para las canciones, sino que a menudo se integran en los propios versos. ‘Neighborhood Scene’ traslada al oyente directamente a una zona residencial a las afueras de la ciudad, entremezclando recuerdos lejanos con una acogedora sensación de comunidad. No exenta de misterio, la canción se mueve sinuosa entre armónicas percusiones y una inquietante línea de piano.

Inmediatamente después, ‘Speed Freak’ abre la paleta sonora del álbum con elegantes sintetizadores, conformando un sugerente synthpop a fuego lento. Mientras que el delicado indie-pop de ‘Football’ pinta un cuadro decadente que equipara la religión al deporte. Esto último, está retratado como una forma de conexión, como un lenguaje universal unificador.

Powers emplea una escritura poética y libre, describiendo escenas inconexas y alternando terceras y primeras personas, consiguiendo plasmar un interesante retrato entre lo familiar y lo fantástico. En ‘Gumshoe (Dracula from Arkansas)’, nos lleva a una infancia feliz en la que jugaba con sus hermanos y donde, en su mundo de imaginación, todo era posible. Es uno de los momentos más mágicos en la secuencia, donde brillan las guitarras acústicas y la preciosa melodía.
La voz susurrante y rasgada tan característica del artista funciona como el conductor perfecto para estas canciones, narradas con gran sentimiento, pero siempre desde un bienvenido sosiego. Como en el indie-rock de ‘Seersucker’, o en el dream pop de ‘Lucy Takes a Picture’, una pista que ejemplifica el talento de Youth Lagoon para las melodías envolventes y cuyos últimos versos consiguen encoger el corazón.

La segunda mitad del álbum, aunque algo menos espectacular, también cuenta con numerosos momentos valiosos. Sobre todo, gracias a la delicadeza y buen gusto en la producción que el propio Powers y su frecuente colaborador Rodaidh McDonald demuestran, con aciertos como esa mutación de ‘Perfect World’, que pasa de ser una composición minimalista, con apenas una caja de ritmos, a emborronarse con unas exuberantes guitarras eléctricas. Destaca también ‘Canary’, una canción que inevitablemente recuerda al Sufjan Stevens de ‘Illinois’, y que sorprende con un bonito crescendo impulsado por una fina sección de vientos. El álbum culmina con ‘Home Movies (1989-1993), una pieza instrumental donde se escuchan las voces de aquellas grabaciones, cerrando este viaje a la memoria en el mismo punto familiar en el que empezó.

‘Rarely Do I Dream’ es un trabajo maduro y sólido, donde el artista hace gala nuevamente de sus habilidades como letrista y de su buen oído para construir composiciones humildes y poderosas. El resultado es tan personal como abstracto, como un recuerdo.

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