En un plano cenital, parece una cala de arena blanca más. Sin embargo, al llegar allí, uno descubre que ese tono níveo lo aportan la infinidad de rodolitos que componen esta playa. Se trata de algas calcáreas originadas bajo el fondo marino que las propias olas acercan hasta la orilla. Su aspecto es muy similar al de las palomitas de maíz, de ahí el título. Eso sí, para respetar el entorno y aunque resulte tentador, no cojas rodolitos para llevarlos de recuerdo.
La Jaula de Oro, el mejor restaurante para comer pescado en Fuerteventura
Es cierto que muchas veces recurrimos a las redes sociales en busca del perfil de un restaurante y así poder ver las fotografías de sus platos o las opiniones de sus clientes antes de hacer una reserva. Sin embargo, el hecho de que un negocio no cuente con un perfil propio en ninguna red social es, en ocasiones, una buena señal. La Jaula de Oro es un restaurante con solera, sin pretensiones ni una decoración llamativa, ubicado en la localidad de Ajuy. No tiene un perfil de Instagram cuidado, pero es el local que recomiendan los majoreros para probar el mejor pescado de la isla. Producto fresco de altísima calidad, preparaciones sencillas, recetas tradicionales y un servicio inmejorable. ¿Acaso no es esa la mejor de las garantías?
El plan ineludible: la visita en catamarán a Isla de Lobos
Las aguas turquesas que bañan el norte de Fuerteventura tienen su máxima expresión en la Isla de Lobos. Se trata de un islote de pequeño tamaño ubicado a apenas dos kilómetros de Corralejo. Debe su nombre a que antiguamente la habitaban lobos marinos y, sin duda, es el mejor lugar para disfrutar de la naturaleza más salvaje. Desde Corralejo parten barcos a diario que llegan hasta Lobos –aunque el acceso al islote está limitado por el Cabildo a 400 personas diarias, por lo que es mejor programar la actividad con antelación–. Eso sí, para vivir la experiencia completa en este paraíso, nada como contratar un catamarán privado y disfrutar de la calma del mar, hacer snorkel y bañarse en sus aguas cristalinas. Una vez allí, las posibilidades son infinitas: la Isla de Lobos ofrece rutas de senderismo, playas perfectas para hacer surf y enclaves para una desconexión plena.