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Hugh Jackman fue uno de los principales artífices de la «Lobezno-manía» que nació en los 2000. El carisma del actor y del personaje se unieron para hacer un secundario de oro que se convirtió en uno de los reclamos principales de saga mutante. Cuando llegó el momento de explorar spin-offs, Jackman fue el primer elegido con una ‘X-Men Orígenes: Lobezno’ que, pese a las malas críticas, funcionó en taquilla e hizo calar en el estudio la idea de que el personaje conquistaba, y que merecía la pena seguir explorándolo.
Aquí entró James Mangold, un apasionado del personaje que tenía ideas más arriesgadas que en Fox estaban dispuestos a probar. No le fue nada mal a ‘Lobezno inmortal’, la escapada de la saga a Japón exploraba un lado más adulto del personaje y una sensibilidad cinematográfica diferente, tomando inspiración en las películas de samurais y en el cómic ‘Lobezno: Honor’, de Frank Miller.
Con sus más de 400 millones de dólares en taquilla, el éxito de esta dejó una cuenta pendiente para Jackman y Mangold, querían que la próxima fuese para adultos sí o sí. Este nuevo proyecto, una pseudo-adaptación del cómic ‘Old Man Logan’, se sentía especialmente propicio para conseguir la deseada calificación R (el equivalente al +18 en España), y el compromiso de Jackman era tal que incluso se bajó el sueldo para poder convencer a Fox.
La inercia de ‘Deadpool’ facilitó el trato
Poco antes del rodaje de ‘Logan’, algo ocurrió que hizo que Fox respirara bastante más tranquila con la idea de que la entrega final de la trilogía de Lobezno fuera para adultos. El estreno de ‘Deadpool’ en 2016, que Ryan Reynolds y Tim Miller llevaban también un tiempo peleando desde que aquella escena CGI filtrada hizo que internet explotara, demostró ser un gran éxito para el estudio.
En entrevistas Mangold dejó claro que ‘Logan’ quería ser R antes que ‘Deadpool’, en su día ya se tanteó con que ‘Lobezno inmortal’ lo fuera pero en última instancia tuvo que sacar el material más violento del montaje. Con la película del mercenario bocazas demostrando que lo de hacer superhéroes para mayores podía salir bien y prodigando por el camino un mensaje muy «Lobezno-maníaco» (la peli le dedica a Hugh Jackman un par de sus mejores chistes), aquello fue un trampolín que le vino de lujo a Mangold y Jackman para, esta vez sí, ir a por todas y no dejarse nada en la sala de montaje.
