Lo primero fue buscar la localización. “En el centro es imposible tener un local grande. Este es el segundo que vimos. También nos venía muy bien porque el taller de Andrés Izquierdo [otro de los artistas que llevan] está cerca, así que nos interesaba esta zona, pero fue bastante aleatorio”, rememora Abaurrea. El espacio elegido es tan sencillo como carismático: un antiguo patio donde se agolpan algunos trastos que consigue hacer creer a cualquier visitante que, de repente, se ha teletransportado a un pueblo y que es la antesala de un espacio lleno de posibilidades expositivas. “Nos gustaba el patio, el hecho de que el sitio no estuviera tan cerrado –como ocurre con la idea de white cube, que es muy de galería tradicional– y que hubiera sido antes un abrevadero de vacas, que era algo que le daba bastante carácter. La zona exterior y la altura del interior nos daban mucho juego y eran algo muy difícil de encontrar en el centro”, cuenta la socia del proyecto.
La ubicación, en uno de los barrios más populares de la capital, también ha hecho posible que Belmonte forme parte de la nueva escena creativa y artística que está revitalizando la zona de un tiempo a esta parte. Muchos de los agentes de dicha escena –incluidas Sol y Ana– han formado Círculo Carabanchel, una iniciativa que pretende ofrecer a los visitantes un circuito con actividades alternativas y enlazadas entre sí. Desde este antiguo pilón con bóveda catalana que han convertido en su particular refugio artístico, Coronel de Palma y Abaurrea tratan de significar, promover y dar visibilidad al arte de varios creadores que comparten generación con ellas. “La más joven de todos los que representamos es Julia Creuheras, que es de 1995; y el mayor es Martín Llavaneras, que es de 1983. Pero en general son todos bastante jóvenes: Lucía Bayón es del 94, Andrés [Izquierdo] del 93, Augusta [Lardy] del 94”, confirma Abaurrea. Lo que es seguro es que con todos, independientemente del grado de veteranía de cada uno de ellos, han tendido unos lazos que trascienden lo profesional. “Cuando trabajas con un artista estableces una relación muy personal, representar a un creador no es simplemente hacer una exposición, sino hacer un seguimiento y un acompañamiento e ir creciendo juntos. Es un proceso bastante intuitivo, se da de una forma muy orgánica”, confirma la galerista.