¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí? Las primeras en alertar sobre esta problemática; al menos de manera más llamativa y mediática, fueron las usuarias de redes sociales como TikTok. Muchos de sus vídeos, en los que lamentan no haber encontrado aún a nadie que cumpla con sus expectativas, se han convertido en un asunto de interés generalizado. Algunas hablan de celibato y otras presumen de haber borrado sus apps de citas. “Las aplicaciones necesitan solteros para funcionar y promueven formas relacionales muy poco funcionales y basadas en la inmediatez, la velocidad y la toma de decisiones condicionada por esta necesidad de hacerlo todo ya, todo rápido, todo bien”, resuelve el sexólogo Bruno Martínez.
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Pero esta ruptura de expectativas se da en las dos direcciones. “Muchos hombres se han radicalizado y nosotras también lo estamos haciendo de alguna manera, pero en la otra dirección. Eso contribuye a que nos relacionemos menos con un determinado tipo de hombres”, resuelve López Trujillo. Por su parte, Lafuente Funes señala un posible desajuste entre el cambio de mentalidad que se percibe en un gran porcentaje de mujeres en cuanto a expectativas, subjetividad y desarrollo profesional y personal, y el que han atravesado los hombres. “La delantera la llevan ellas, ellos se adaptan o resisten, pero van claramente por detrás. Y no cumplen con lo que estas mujeres esperan de ellos», corrobora. «Todo ello complica la experiencia heterosexual o lleva sus problemáticas a un lugar más visible. Así que muchas se atreven a decir: ‘Así, no’. Al menos temporalmente. Y esto las lleva a congelar sus óvulos en algunos casos, esperando que la situación cambie”.
El hastío ha dado lugar también al Movimiento 4B, que surgió en 2019 en Corea del Sur. En la actualidad, sigue muy activo y propone una negación frontal a tener hijos. Pero también a establecer relaciones con hombres, en una sociedad en donde el machismo y sus violencias siguen sin castigarse y las presiones estéticas son un escándalo.
Mientras tanto, en España la maternidad se retrasa y se medicaliza, buscando de alguna manera ese tiempo extra del que no disponemos. La investigadora de la universidad de Frankfurt, Lafuente Funes, demuestra que hemos pasado de asistir lo reproductivo a modelarlo, siempre mediante posibilidades reproductivas muy marcadas por los recursos económicos con los que contamos. “Se busca una especie de “suspensión” del reloj biológico que genera una sensación de alivio más o menos momentáneo, aunque no suponga ninguna certeza para el futuro [las expertas enfocan la congelación de óvulos como una posibilidad y no como una garantía; y señalan la frustración que en muchas ocasiones acarrea]. Así, las posibilidades de que podamos reproducirnos y el cómo lo hagamos estarán muy marcadas por los recursos económicos con los que contamos, tanto antes de tomar la decisión como mientras se intenta —y con qué posibilidades de éxito—, y por supuesto después una vez haya criaturas que cuidar”, zanja.
